Seminario de los Ángeles, Hornachuelos - Cordoba


    En 1487, el Papa Inocencio VIII, a petición de Martín Alfonso de Villaseca, noble cordobés, autorizó la edificación de los dos primeros conventos y la constitución de la provincia de los Ángeles. En 1490, Fray Juan de la Puebla, inicia las obras de construcción del convento, construyendo una iglesia en Honor de la Reina de los Ángeles, con celdillas para monjes alrededor, todo de tapias
groseras y toscas piedras. En 1494 los Reyes Católicos visitan el convento. En 1498, se incendia por primera vez el Convento, y los vecinos de Hornachuelos lo reconstruyen con la misma pobreza. En 1508 la acumulación de monjes, llega hasta las montañas más retiradas, como la titulada de San Miguel. En 1510 se incendia por segunda vez y se reconstruye. En 1570, tras la visita de Felipe II, el Rey dispuso la construcción de un cuarto de cuatro celdas, al que se llamó Cuarto del Rey en el Convento. Ya en el siglo XVII. En 1672. Fray Andrés de Guadalupe relata la forma y detalles del Convento y de la Iglesia.


    El monasterio está situado en uno de los parajes más emblemáticos de la Sierra de Hornachuelos, en Santa María de los Ángeles (pedanía de Hornachuelos), entre farallones y riscos, en la casi vertical pared que conforma el encajonado valle por el que discurre el río Bembézar.
   La belleza de este paisaje ha cautivado a lo largo de varios siglos tanto a aquellos que buscaban la santidad lejos del mundanal ruido, como a reyes y poetas románticos que hallaron allí su fuente de inspiración. Quien mejor ha descrito este paisaje es, sin duda, el poeta cordobés Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, que situó aquí parte de su obra Don Álvaro o la fuerza del sino, estrenada aquí en 1835

En 1971 y a consecuencia de que los seminaristas se trasladaron al Seminario de San Pelagio, el seminario menor queda abandonado. Por tanto lleva 41 años abandonado.


El monasterio se haya envuelto en misterio. Además de la antigua leyenda según la cual llovería fuego si era reformado, hay testimonios de apariciones en el monasterio y su entorno.
     
Nos dirigimos a Sierra de Hornachuelo, Cordoba, un sendero que tenia muchas ganas de hacer ya que en el se funde mucha historia, además de sus preciosos parajes en plena sierra donde el más verde ramal y su frondosa naturaleza se funde con las frías aguas del embalse. En nuestro camino encontramos variedad de vegetación, muchas de ellas que no pude reconocer pero sus colores oscuros, entremetidos verdes y marrones me fascinaron.


Cuaderno de Bitácoras...

Una vez más buscamos una ruta para recorrer
una aventura emocionante…

Esta vez echamos algunas cosas más en nuestra mochila, ya que la temperatura era inestable y tampoco sabíamos que nos podíamos encontrar.
Que emoción, bueno como os iba contando, como siempre algo de comer, agua para el camino y unas linternas, además del botiquín, por los tropiezos.



Caminando… Caminando… Nuestro primer tropiezo fue con la gran fuente blanca, de la que en ella yace tres chorros de agua de los que aún siguen saliendo agua y que curiosamente cada chorro tiene su nombre.


(Salud, Suerte, Amor) 


Allí descansamos un poco además de divisar nuestro destino, la verdad que el paseo estaba siendo maravilloso, el silencio, la naturaleza y mi cámara de fotos, como sabéis disfruto de cada momento que en el que puedo recrearme en las imágenes que me llaman la atención.



Conforme íbamos subiendo, empezábamos a tener un poco de más frío, supongo que eran los nervios después de la escalofriante imagen del seminario, tantas leyendas, todo pasaba por nuestras mentes, o por lo menos por la mía, callados entre nosotros observábamos esa gran imagen del seminario, y la verdad, decirme ustedes, pero para mi me parece un poco tétrica.  

Ya solo nos faltaban como unos 200 metros aproximadamente para la llegada.


Llegamos a la gran cruz que hay a tan solo 50 metros del seminario, realmente es impresionante una cruz alta, que ni imagina puedo como la subieron hasta ahí, por ese camino tan estrecho y de llanuras rocosas y tanta alborada. 


Desde arriba de ella, unas imágenes que quitaban la respiración hacia el embalse, mi impresión fue como la de un pájaro que abre las alas y empieza a volar, que alturas, confieso que desde la perspectiva hacia el precipicio es muy sobrecogedora .
Y desde entonces el momento de nuestra aventura estaba por empezar, aunque atrás ya habíamos dejado un gran camino de historias…

A la llegada del santuario nos encontramos con una gran cruz roja de hierro que marcaba en esa gran pared blanca siglos y siglos de silencios...



El seminario consta de unos 7 edificios de entre 4 a 7 plantas cada uno, una iglesia o capilla, una cocina, aseos, baños, vestuarios, aulas donde se daba clase a los seminaristas, las habitaciones , los patios...











No sabemos de cuando era el zapato pero me llamo la atención y por eso lo fotografié. Las margaritas del patio nos llegaban hasta la cintura.




Caminando nos encontramos con lo que podía ser un obstáculo, pero no lo fue, una verja grandísima negra abierta, como no sabíamos si estábamos solos en el lugar, pues primero que hicimos fue mirar sus alrededores viendo desde fuera el estado del edificio y sus ruinas, escalofriante, hacia viento y sus ventanas y puertas crujían como en una película de terror, sus ventanas carecían de cristales y los ruidos eran cada vez más sobrecogedores, llegamos a un jardín donde encontramos este zapato y lo que tendría que ser un lindo patio.




Pues seguidamente nos decidimos a entrar, confieso que con la cámara en mano y los pantalones bien puesto, fui la primera en pisar el suelo del seminario, pero…


De pronto escuchamos sonidos fuertes de pisadas, estábamos en el primer pasillo de la planta baja, pues igual de rápido que entramos, así salimos con el corazón en la mano.



Decidimos esperar a fuera ya que no sabíamos si podían ser un guarda, o alguna persona que residiera allí, ya que es un lugar abandonado. Cinco minutos después y como digo con el corazón en las manos, salían dos chicos de dentro del seminario, y ellos nos preguntaron que si éramos nosotros los que andábamos por dentro, porque también se asustaron, después de unas risas, ellos nos comentaron que se quedarían allí toda la noche, se refugiarían en la iglesia y que no importaba que estuviéramos allí, pero querían que les avisáramos cuando nos fuéramos.




 Aquí os dejo algunas imágenes del los interiores, que hablan solas...








  Estas imágenes que después de tantos incendios y tanto pasado en tanto tiempo, aún se pueden ver casi en su perfección todo los escrito. "Como disfrute con estas fotografías"
















   Como siempre para mi un viaje al pasado, sus historias, su paredes, sus ruidos insólitos…
Todo un paraíso en el que mis sentidos evaden de la realidad más próxima.

Quien estuvo aquí, quien paseo por estos pasillos lejanos, rodeados de tanta naturaleza… 

Fotografía. Nuria de la Fuente